¿Que va a hacer qué?
Personajes
Ángel 1
Ángel 2
A1: Él mismo bajará
A2: ¿Qué?
A1: Dije que Él mismo irá.
A2: ¿Quién te dijo?
A1: Esta mañana durante el devocional llamó a Miguel y a Gabriel al frente y les comenzó a decir su plan delante de todos nosotros.
A2: ¿Por qué siempre me pierdo lo mejor?
A1: ¿Dónde estabas?
A2: En Bitinia, ayudando a la pequeña Lidia a cruzar el puente congelado otra vez; pero continúa contándome. ¿Cuál es el plan?
A1: Se trata de la profecía de los profetas.
A2: El día del Señor finalmente llegó y yo perdiendo el tiempo con Lidia. Al final si Él cerrará todo el asunto ella se encontrará aquí con nosotros muy pronto.
A1: No es tan simple. Él está planeando arreglar toda la situación allí abajo.
A2: ¿Y por qué no envía a Moisés? O a Elías o a Gabriel.
A1: Lo hará, pero a su debido tiempo, pero solo podrán tomar mensajes. Lo que si oí fue que Gabriel ya está arreglando la llegada.
A2: ¡Guau! Me lo imagino, los humanos todos ocupados en sus atareadas vidas cuando de pronto las estrellas, el sol, y el cielo se caen a pedazos. Entonces desde la profundidades de la eternidad Él pone su pie en la tierra. Desearía estar allí para verles las caras. ¡Al viejo Augusto cayendo de su pedestal!
A1: No, no será de esa manera. No piensa ir a Roma.
A2: ¿No va a ir a Roma? Entonces va a Jerusalén ¿no? Imaginate, el sumo sacerdote mirará hacia arriba y allí lo verá con todo Su poder. ¡Se le va a arrugar hasta la sotana!
A1: Dudo que eso pase.
A2: ¿No me digas que no irá a ver al sumo sacerdote?
A1: Si, va a ir a ver al sumo sacerdote y a todo el consulado, pero dudo que lo reconozcan.
A2: ¿No van a reconocer al Señor de Gloria? ¿Planea disfrazarse?
A1: En un manera... si.
A2: ¿Por qué no quiere que sepan quién es?
A1: Según lo que entiendo es que Él quiere que lo reconozcan por sus actos y forma de vida, no por su apariencia.
A2: Asumo que irá como hombre. Como judío, sin dudarlo.
A1: Escuché que planea entrar como un bebé.
A2: ¿Un qué?
A1: Como un bebé, un humanito.
A2: ¡Increíble! Pero, pero, ¿no se está arriesgando demasiado? La seguridad será fantástica. Tendremos que formar turnos de guardia para estar con Él las 24 horas del día.
A1: No, estará solo.
A2: ¿Qué?
A1: ¿Realmente crees que hay alguna manera que puedan dañarlo sin su consentimiento?
A2: ¡Claro! Tienes razón, no dejará sus poderes. ¿Te imaginas las pequeño bebé en brazos de su madre, y saltando al otro segundo para darle un golpe de carate al soldado romano?
A1: escuché que su poder solo será usado para ayudar a otros. Cree que no es necesario mostrar todas sus credenciales. Y ya ha escogido quién será su madre.
A2: ¡Espero que no sea la mamá de Lidia!
A1: ¿Quién?
A2: Lidia, la pequeña niña de Bitinia. Imagínate dejar a la pequeña niña de 4 años cruzar por ese puente patinoso y congelado. De todas maneras, me imagino que habrá escogido a una familia de pastores o una familia de Fariseos.
A1: No, ella es una muchacha pobre, una joven desconocida de nombre María. Lo que te voy a contar ahora lo mantienes en secreto... no quiero que se enteren todos los ángeles de todas las galaxias lo que te voy a decir. Nacerá en un pesebre, ¡en un establo!
A2: ¡Qué, eso es criminal! ¡No puede ser! ¡No voy a permitirlo! ¡Protesto!
A1: ¿Qué puedes tu hacer?
A2: ¡No entiendo el propósito de todo esto!
A1: Ya sabes cómo Él los ama. Ahora, escúchame, aquí es donde nosotros entramos. Él quiere que hagamos la lista de algunas personas que sean testigos del evento para pasarlo a las generaciones venideras.
A2: ¡Claro! Que te parece 1000 hombres de cada una de las 12 tribus de Israel?
A1: Dije solo algunas personas.
A2: Bueno, 100 de cada una.
A1: No. Él quiere que solo sean unos pocos.
A2: Qué tal algunos escribanos, abogados, políticos y varios reporteros ¡de noticias por supuesto!
A1: Esos definitivamente no cuentan. Además él ya los eligió... (A1 le entrega una hoja al A2).
A2: Veamos... tres astrólogos de Arbela, ¿Dónde queda eso?
A1: En el lado este de Tigris.
A2: Pero ellos son extranjeros, son extraños.
A1: No te olvides de los demás.
A2: ¡Ah! Si, Jasón, Demas... ¿Quiénes son?
A1: Creo que son pastores.
A2: ¡Simples y comunes pastorcitos!
A1: Es Su estilo, ya sabes. Mira a Abraham, ¿Quién fue? ¿Y David? ¿Qué estaba haciendo Moisés cuando fue sorprendido por la zarza ardiente?
A2: Si, entiendo lo que dices.
A1: Bueno, eso si que no lo entiendo, ¿quién le va a creer a unos pastores?
A2: Lidia
A1: Si... amo a esos humanos, creen cualquier cosa que les digamos.
A2: Si, nos creen hasta que Satanás los engaña. A propósito, ¿Qué va a hacer Satanás durante todo esto? Porque no le va a gustar nada.
A1: Me supongo que va a incitar a los humanos a actos despreciables y brutales.
A2: ¿Crees que seguirán cayendo en las mismas trampas?
A1: Se comportan como marionetas en sus manos la mayoría de las veces. Pero escuché que el Señor hará grandes milagros... y entonces, su presentación final.
A2: ¿A qué te refieres?
A1: No estoy seguro. Es Top Secret.
A2: Mmm… dejame rebobinar, todo lo que tenemos que hacer es ir allí abajo, hablar con un par de pastorcitos y luego volver a sentarnos y observar lo que pasa.
A1: Correcto. Escuchaste la señal, ya nos toca bajar y hacer nuestro trabajo.
A2: ¡Qué día! Pensé que no tendría nada más que hacer hasta que el puente se volviera a congelar.
A1: Recuerda, solo algunos pastores, y no los asustes.
A2: Prometido.
A1: Nuestro turno, ¡vamos!
A2: ¿Crees que tengamos tiempo de pasar por Bitania al regresar? Es casi la hora en que Lidia hace sus oraciones y me encanta la forma en que lo hace.
A1: Creo que no hay problema. Deprisa.
A2: Estoy detrás de ti. Pero estaba pensando... ¿Qué si no funciona como nosotros esperamos? ¿Qué si hay demasiada resistencia a su plan? Allí abajo como un humano vulnerable, ¿porqué?, puede que lo asesinen.
A1: ¡No seas ridículo!
"En esa misma región había unos pastores que pasaban la noche en el campo, turnándose para cuidar sus rebaños. Sucedió que un ángel del Señor se les apareció. La gloria del Señor los envolvió en su luz, y se llenaron de temor. Pero el ángel les dijo: "No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto les servirá de señal: Encontrarán a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre." De repente apareció una multitud de ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían: "Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad." (Lucas 2:8-14)
FIN
Un Regalo de Dios
Personajes:
Jorge
Ángel
Niña
pobre (esta debe estar vendiendo algo)
2 Viejitos
(uno de estos con bastón)
5 Mendigos
Esposa
Escena
(Jorge
entra en escena cargando unos paquetes, el escenario debe estar ambientado con
una mesa y unas cuantas sillas)
Jorge:
(Contento cargando sus paquetes) Hoy es Nochebuena, faltan pocas horas para mi
día favorito del año, Navidad. (Cambiando de cara) Pero es cierto hace tres
meses mi esposa me dejó y estoy tan solo que hasta mi perro se murió la semana
pasada.
Pero
bueno mañana es Navidad y ya tengo todo listo para la cena (deja las cosas en
la mesa) así que voy a llamar a unas cuantas personas, no puedo estar solo esta
noche.
(Saca
su celular y comienza a llamar). Alo Juan hermanito,(pausa), no , no necesito
dinero, quiero invitarte a cenar en esta Nochebuena, (pausa), no, no tienes que
traer el pavo y el panetón, yo pago todo hermano. (pausa), entiendo, estas
ocupado ya para la otra será , chau cuídate. Que tengas una feliz Navidad.
Bueno
la familia esta ocupada para eso estas los amigos,(marca otro numero) alo,
Huguito, hola te habla Jorge, (pausa) como que quien, soy Jorge tu amigo, tu
pata, tu brother, el que te presentaba a las chicas en la universidad, (pausa),
ya ves como si te acuerdas, pero no, no quiero que me prestes dinero, (pausa)
ya se que te debo , pero no es para eso que te llamo sino para pasar Nochebuena
aquí en mi casa(pausa) no Huguito no estoy borracho,(pausa) ah ok tienes que pasarla con tu esposa, ¿te
casaste?, este Huguito ni pasas la voz. Bueno entiendo, cuídate mucho y que pases
una feliz Navidad.
Ni
la familia ni los amigos. Tal parece que la voy a pasar solo esta Navidad,
seguro me lo debo merecer. (Jorge al verse
solo se sienta y recuesta su cabeza con tristeza).
(Aquí
es donde entra el ángel, este personaje debe estar vestido enteramente de
blanco y al decir la palabra ángel, voltea hacia el público con cara de niño
bueno y con las manos juntas como oran los niños, si gustan se puede poner una
música celestial al hacer esto)
Ángel:
(Este entra y le toca por el hombro a Jorge que se encuentra con la cabeza
baja). Hola Jorge.
Jorge:
(Que voltea asustado y se para), ¿Y… tú… quién eres? ¿Cómo entraste? ¿Que
quieres de mí?
Ángel:
Tranquilo Jorge, no tienes por que asustarte, soy un ángel (no olvidar voltear
al publico al decir esto), y estoy acá por que sé que vas a pasar la Nochebuena
triste y a Dios no le gusta ver a sus hijos tristes.
Jorge:
Ah, está bien, entonces te envió para hacerme compañía, pero toma asiento. ¿Te
gusta el panetón? (Mientras coge las bolsas de compras que hizo).
Ángel:
(sorprendido) No Jorge, me has entendido mal, yo no puedo quedarme. Recuerda que
soy un ángel. Yo sólo he venido a traerte un regalo de parte de Dios.
Jorge:
¿Un regalo?
Ángel:
Sí un regalo, en esta noche al igual que tu hay muchas personas que están solos
y les gustaría compartir tu cena. Y decidí que lo mejor era traerlos para q se
acompañen.
Jorge:
(un poco confundido) Bueno, gracias.
(En
eso suena el timbre o la puerta, ustedes escojan, y Jorge va abrir)
Niña:
Buenas noches, me dijeron que acá hay una cena gratis.
Jorge:
(como dudando). Sí, este sí. Pasa toma asiento.
Niña:
No bueno, sólo venia a preguntar, todavía me falta vender esto. (Poniendo una
cara de tristeza exagerada y mostrando una caja).
Jorge:
Pobre niñita, pero quédate ¿cuanto cuesta?, yo te lo compro (sacando dinero de
su billetera).
Niña:
(Que al ver el dinero cambia de expresión). Con esto es suficiente. (Y le
arrancha el dinero y le entrega la caja).
Jorge:
(Riendo) Bueno es Nochebuena. (Hacia el ángel). ¿A cuantos más invitaste?
Niña:
A nadie más señor.
Jorge:
No niñita, le pregunto al ángel
Niña
: ¿Cuál ángel señor?
Ángel:
(sonriendo) Me olvidaba, sólo tú me ves. No olvides que soy un ángel.
Jorge:
Nada niñita olvídalo.
Niñita:
No se preocupe lo entiendo, yo tengo un tío
loquito.
(Jorge
con cara de sorprendido escucha nuevamente el timbre, que son dos viejitos).
Viejito1:
Buenas noches, venimos a la cena.
Jorge:
Claro aquí es, pasen, tomen asiento.
Viejito1: (subiendo la voz) Viejo acá es, el señor dice
que pasemos.
Viejito2:
(en voz alta) ¿Que paguemos? ¿No era una cena gratis?
Viejito1:
No, viejo sordo, que pasemos que la cena esta servida
Viejito2:
¿Comida? Claro que tiene q haber comida si no, no fuera cena.
Viejito1:
espere, me olvidaba que así no escucha bien. (Saca un cono y le habla por él en
la oreja) que pasemos viejo (en la oreja)
Viejito2:
Ya, ya. No me grites que no estoy sordo.
(El
ángel a ver que los viejitos pasaban por delante, levanta su pie haciendo tropezar
a viejito2)
Jorge: ¡Ángel!, ¿que haces?
Ángel: Una travesura blanca, recuerda que soy
un ángel.
(Los
viejitos miran extrañados a Jorge pero la niña los llama y les indica con señas
que este esta loco, vuelve a sonar el
timbre, y entra un mendigo)
Mendigo:
(con voz de tristeza) Buenas, ¿acá es la cena gratis?
Jorge:
claro buen hombre pase usted, y tome asiento.
Mendigo:
Gracias, mas bien me tomé el atrevimiento de invitar a alguien, la verdad es que
hace mucho que no comemos algo bueno, no se si alcanzará.
Jorge:
Claro señor no se preocupe, acá hay bastante comida, llame a su amigo, no se
preocupe.
Mendigo:
(cambiando su voz y gritando) Ya muchachos, pasen.
(Entran
varios mendigos, acá es importante que algunos estén con la cara tapada,
empujándolo y saludándolo entran y se sientan en la mesa, comienzan a coger todo, hasta q rompen algo y
hacen enojar a Jorge)
Jorge:
(Molesto hacia el ángel) Así que este es tu regalo, toda esta gente (con
desprecio). Yo no los quiero en mi casa. Es mejor que se vayan (Comienza a
votar a la gente) Fuera de acá. (al acercarse a unos de los mendigos a uno se
le cae el manto que tenia encima).
¿Brenda?, ¿eres tu mi amor?, que haces acá con ellos.
Esposa:
Pues… desde que terminamos…las cosas no han ido bien, perdí mi trabajo, y tú
sabes que no tengo a nadie acá.
Jorge:
¿Y yo? Me tienes a mí. Nunca te deje de amar. (Mientras tanto la gente se iba
llevando las cosas) pero bueno olvidemos de todo, hoy es Nochebuena, tiempo de
olvidar y perdonar, comencemos de nuevo. Quédate a cenar conmigo tengo much... ustedes esperen (a los viejitos q ya se
llevaban la ultima bolsa).
Esposa:
Ya olvídalo, eso a mi no me importa lo importante es que estamos juntos y que
Dios nos da esta oportunidad. (y se abrazan).
Ángel:
El regalo ha sido entregado (hacia el publico) en esta Navidad recordemos que el
mejor regalo que podemos dar y recibir
es estar con las personas que queremos y que nos quieren, y juntos recordar el
nacimiento de nuestro salvador Jesucristo, que dio su vida para limpiarnos de
nuestras pecados y darnos la vida eterna.
LA MEJOR HISTORIA JAMÁS CONTADA
PERSONAJES
HORTENSIA
BASILIO
CONSUELO
BERTA
ALEX
ROSALBA
CABALLERO DE LA NOCHE
CHANTAL
CARPINTERO DE BLANCO
ADMINISTRADORA
LIMPIADORA
MANICURISTA
PEINADORA
LUCÍA
RODOLFO
PRIMER ACTO
ESCENARIO
Es el interior de una cabaña hecha con troncos. Se trata de la casa de un
carpintero. Tiene que haber una chimenea con algunos leños ardiendo. Todos los
muebles son rústicos de madera (mesa y sillas). Colgadas de la pared se ven
algunas herramientas de carpintería, serruchos, martillos, etc... Colgada de un
gancho sobre el fuego de la chimenea, se halla una perola de cobre; encima de
la chimenea, una lámpara de aceite apagada. En la mesa hay platos con restos de
comida (están cenando), algunos trozos de pan y una jarra. Junto a la chimenea
hay un pequeño árbol de navidad decorado con papeles de colores.
Voz en off:
(El coro está colocado)
(Luces tenues)
(Música Torre Fuerte- Marcos Witt – Introducción descendiendo)
(Sonido fuego chimenea.)
Recuerdo intensos momentos vividos cuando era niña. En aquel entonces, me
gustaba sentarme al lado del fuego y contemplarlo mientras escuchaba a mi
abuelo. Junto a aquella arcaica chimenea, inundaba mi imaginación de relatos,
fábulas y leyendas.
(Música Torre Fuerte- Marcos Witt )
Historias donde el bien inmaculado triunfaba sobre el oscuro mal. Pero de
entre todos los relatos que mi abuelo contaba, recuerdo uno con especial
cariño. Me llamaba la atención porque parecía ser la excepción a la norma. No
era capaz de entender como el final de un cuento tan interesante podía ser tan
triste... Mi abuelo siempre me repetía: Hortensia, llegará un momento en el que
descubras el sentido de esta historia. Es una historia diferente. no es una
historia común, sino que es la mejor historia jamás contada. Una historia que
se repite.. y se repite... y de la que tu formas parte.
Canción:
Cuando era niño me relataban
Historias de héroes, profetas y reyes
Gente sin miedo constante y fiel
Daba su vida siempre por El
Son historias reales que quieren llegar
A tocar corazones dispuestos a amar
A tocar corazones dispuestos a amar
Año tras año podemos oír la historia de el Salvador
Nunca habrás escuchado otra igual
Esta historia es la mejor
Los sabios nunca podrán explicar
La gracia y amor que este libro nos da
Es mas que un cuento, es nuestra verdad
Esta historia es la historia del Señor
Por muchos años esta historia permaneció en la memoria
Aunque el hombre haya caído
Esta historia se ha mantenido
Y el autor todavía nos quiere hablar
Por medio de hombres y este libro sin par
Año tras año podemos oír la historia de el Salvador
Nunca habrás escuchado otra igual
Esta historia es la mejor
Los sabios nunca podrán explicar
La gracia y amor que este libro nos da
Es mas que un cuento, es nuestra verdad
Esta historia es la historia del Señor
(Se apagan luces)
(El coro sale, los protagonistas se colocan)
(Sonido: de Sierra de mano, y hachazos, bajando)
(Aparecen sentados en torno a la mesa Basilio, que ocupa la cabecera,
Hortensia y Berta a su lado
CONSUELO. (A Hortensia.) ¿Por qué nos has comido, hija? ¿Estás enferma?
BASILIO. Esta noche es Navidad, no hay razón para estar tristes. Tienes que
comer, hija.
HORTENSIA. No tengo hambre. Dejadme en paz.
CONSUELO. Por lo menos toma más caldo. Te sentará bien que hace mucho frío.
ALEX. (Extendiendo su mano con un vaso.) ¡Yo sí quiero más mamá!
ROSALBA. ¡A mí también dame! Y a la prima Berta también. (Extiende el vaso
y la madre vierte la jarra.)
CONSUELO. Me alegra mucho que estés aquí con nosotros estas navidades. Por
cierto, ¿qué te ha parecido nuestra pequeña iglesia?
BERTA. Es muy acogedora, no me conocía nadie pero me trataron como si fuera
de la familia.
CONSUELO. ¡Qué bien oírte decir eso! El sermón de esta noche fue precioso,
¿verdad, Basilio?
BASILIO. Sí, pero a mí me conmovieron más las canciones de Navidad.
CONSUELO. A ti Hortensia, ¿qué te gustó más?
HORTENSIA. Nada. No me gustó nada. Ya estoy aburrida. Siempre la misma
historia...
CONSUELO. Es que siempre se recuerda el nacimiento de Cristo.
(Silencio.)
ROSALBA. (Bostezando.) Yo ya tengo sueño...
ALEX. Yo también quiero dormir.
BASILIO. Está bien, antes de iros vamos a orar. (Oración.)
CONSUELO. Ahora sí, hijos, a dormir.
ROSALBA. (Besa a su padre y a su madre.) ¡Cómo me gusta la Navidad!
ALEX. Ojalá todos los días fueran así.
ROSALBA y ALEX. (Se van a dormir.) Buenas Noches.
(Desaparecen. Basilio abre su Biblia y empieza a leer mientras Berta recoge
la mesa. Consuelo coge una silla y se sienta a tejer alguna prenda junto a la
chimenea.)
BASILIO. ¿Por qué no estás contenta, Hortensia? Deberías estar feliz. Es
Navidad y tienes una familia que te quiere y te apoya. Piensa que hay muchas
personas en el mundo que se encuentran solas, sin nadie que les tienda una
mano.
CONSUELO. No es nada, seguro que está cansada.
HORTENSIA. (Irritada golpea la mesa.) Sí, estoy cansada. (Con voz alterada.)
¡Muy cansada! ¡Ya no soporto esta vida miserable en esta cabaña donde nunca
pasa nada! La misma rutina todos los días. Sólo se oye el ruido de la sierra y
se aspira el olor de la madera. ¡No hay gente interesante!
CONSUELO. Pero, hija, no tienes razón al pensar así. ¿Qué va a decir tu
prima si te oye hablar así? Va a creer que la vida en el pueblo no tiene ningún
atractivo e interés, y no es así. Todos nos hemos criado en este pueblo y nos
sentimos felices.
HORTENSIA. Yo no estoy feliz. Estoy aburrida. ¿Me oís? Aquí no hay fiestas,
no hay música... ¿Cómo puedo estar feliz así?
BERTA. Escúchame, Hortensia, yo vengo de la gran ciudad; allí todo es
demasiado superficial. Ya estoy anhelando alejarme del ruido, de la vida
acelerada, del estrés. Esta paz que se siente aquí no la cambio por nada. Es
cierto que no se celebran fiestas como las de allí pero la vida en el campo
ofrece cosas más importantes, más esenciales, diría yo.
BASILIO. Claro, nosotros estamos alegres, y acabamos de regresar de la
fiesta de Navidad de la iglesia.
HORTENSIA. ¿A eso lo llamáis fiesta? ¿A cantar unos himnos monótonos y a
oír el sermón de un viejo aburrido?
BASILIO. No hables así de la iglesia ni del pastor.
HORTENSIA. Hablaré como me dé la gana. Ya estoy cansada de hacer sólo lo
que se me diga. Quiero ser libre... Hacer lo que yo quiera, ¿entendido?
CONSUELO. (Enérgica.) No le faltes el respeto a tu padre, Hortensia.
HORTENSIA. (Sollozando.) ¡Ya no puedo vivir más aquí! En otros sitios hay
jóvenes de mi edad que asisten a suntuosos banquetes, que bailan en salones al
son de maravillosas orquestas, que llevan vestidos lujosos y joyas
deslumbrantes... tienen muchos admiradores, dinero, carruajes, fama,
servidores... mujeres que las peinan y les cuidan las manos. En cambio yo (señala
su vestido), ando con este vestido tan burdo y mal hecho, y eso que dicen que
es ¡el de los fines de semana! ¿Y cómo tengo las manos? Con las uñas gastadas y
las yemas partidas por el agua y el jabón. ¿Cuándo me han comprado cremas y
polvos como los que usan las damas elegantes?
CONSUELO. Ya sabes que tu padre trabaja mucho y apenas le alcanza para
daros lo necesario a tus hermanos y a ti.
HORTENSIA. Sí... ya se que trabaja mucho.. en la carpintería. Pero también
de eso me he cansado. Cuando Chantal llegó al colegio nos preguntó a todos en
qué trabajaban nuestros padres. Ella es la hija de un intelectual, de un
hombre educado de ciudad. En cambio yo tuve que decir que soy la hija de un
carpintero...
CONSUELO. ¿Qué deshonra es ser hija de un hombre que trabaja con las manos?
HORTENSIA. Ya no lo soporto más. Quiero salir de la cabaña... quiero viajar
por el mundo, conocer muchos lugares, disfrutar de las riquezas, tener fama,
ser admirada, tener aplausos, muchos amigos... ¡Celebrar fiestas, Navidades
deslumbrantes con mucha música! ¡Banquetes exquisitos! ¡Placeres!
CONSUELO. No sé qué te pasa, hija, pero creo que debes leer la Biblia y
acostarte. Mañana estarás mejor.
HORTENSIA. ¿Leer la Biblia yo? No, mamá. Ya estoy cansada de oír de la
Biblia. Quiero ser libre, completamente libre, y la Biblia nos encadena y nos
quita el gusto por la vida.
CONSUELO. Yo me siento libre, hija, y leo la Biblia.
HORTENSIA. No, mamá, yo no quiero seguir
tu ejemplo. No quiero estar en esta cárcel y soportar el yugo que tú has tenido
que soportar, esa esclavitud que te tiene atada a la cocina, al lavadero, a la
casa. Las mujeres modernas nos hemos emancipado, y yo soy una mujer moderna.
CONSUELO. Vete a la cama, es mejor que
duermas.
HORTENSIA. (Desesperada y con voz
alterada.) ¡No! ¡No me iré a la cama! ¡No quiero hablar con nadie! ¡Dejadme
sola! (Solloza con la cabeza apoyada sobre los brazos puestos sobre la mesa.)
BASILIO. (Se levanta, deja el libro sobre
la chimenea y dice a Consuelo.) No comprendo lo que le ha pasado a nuestra hija
en los últimos meses.
CONSUELO. Hace tres meses que llegó esa
muchacha, Chantal, y le ha metido muchas cosas en la cabeza a nuestra hija.
Ella es de la ciudad y se cree una chica moderna.
BASILIO. (Señalando a Hortensia.) Se ha
quedado dormida sobre la mesa. ¡Pobre hija...!
CONSUELO. (Toma una mantita y se la pone
en la espalda para cubrirla.)
BASILIO. ¿La vamos a dejar ahí?
CONSUELO. Sí, será mejor no despertarla,
vamos a dormir.
BASILIO. Regresaré dentro de un rato para
echar más leña a la chimenea.
(Luces tenues. Pista de grillos de noche.
Superponer el sonido de un gato. Poner la pista “Ven Señor” durante 39 segundos
y bajar.)
SEGUNDO ACTO
ESCENARIO
La casa del carpintero. Hortensia está de
pie junto a la chimenea y se está mirando en un espejo.
(Luces normales.)
HORTENSIA. En realidad soy guapa. Tiene
razón Chantal: yo merezco una vida mejor. No hay muchas mujeres como yo (se
toca el pelo). Tengo un pelo bonito y con este color... ni rubia chillona ni morena chocante. ¡Sí!
Yo merezco vivir como las artistas del teatro. Yo también sé cantar.
(Pista “Into the Darkness”.)
Me haré famosa, tendré dinero, oiré
alabanzas y muchos aplausos, no seré la esclava de nadie... Y los hombres
caerán rendidos a mis pies...
(Aparece por el lado izquierdo un
personaje vestido de negro, con una capa amplia, un bigotillo y perilla, con un
sombrero de copa en la mano y un bastón. Se acerca a Hortensia y hace una
elegante inclinación; tomando la mano de la muchacha la lleva a los labios con
suma delicadeza.)
CABALLERO DE LA NOCHE. Perdona que haya
entrado sin avisar, Hortensia .
HORTENSIA. (Asustada.) ¿Quién es usted?
¿Cómo sabe mi nombre?
CABALLERO DE LA NOCHE. (Permanece en la
misma actitud.) Yo soy el caballero de la Noche, aunque la gente me aplica
otros nombres. He venido por recomendación de una persona amiga.
HORTENSIA. ¿Usted conoce a Chantal?
CABALLERO DE LA NOCHE. (Se coloca en
actitud elegante, junto a la chimenea.) Ya lo creo... es una de mis
trabajadoras más activas.
CHANTAL. Hola Hortensia. Sí, efectivamente,
le he hablado de ti. Tú tienes clase, ya te lo he dicho muchas veces... aunque
bueno, a simple vista no lo parezca, porque esos trapillos que llevas... y mira
tu pelo lacio y estropeado. Claro, que eso se puede arreglar con una buena
mascarilla capilar. Y con maquillaje y algunos retoques quedarás perfecta.
HORTENSIA. Sí, eso ya lo sé. Gracias por
tus consejos Chantal, eres una buena amiga. Pero usted, ¿a qué ha venido?
CABALLERO DE LA NOCHE. Debes saber que yo
soy el director de una empresa que tiene ramificaciones en todo el mundo.
Empleo a millones de personas.
HORTENSIA. Pero, ¿a qué ha venido,
caballero?
CABALLERO DE LA NOCHE. (Haciendo una
elegante inclinación.) He sabido que tuviste una pequeña discusión con tus
padres.
HORTENSIA. ¿Cómo lo ha sabido? Nadie se ha
dado cuenta.
CABALLERO DE LA NOCHE. ¡Bah, eso es fácil!
Yo dispongo de medios.
HORTENSIA. ¿Y qué tiene que ver eso con tu
presencia aquí?
CABALLERO DE LA NOCHE. Como te decía,
Hortensia, yo soy muy poderoso. Dispongo de riquezas incalculables... soy el
príncipe de un reino, de manera que puedo ofrecer a los que yo quiera riquezas,
fama, placeres.
HORTENSIA. (Pensativa.) Ah, ya comienzo a
entender. Alguien le ha hablado de mis ilusiones, lo que les dije a mis padres
esta noche...
CABALLERO DE LA NOCHE. (Señalando la
cabaña, muebles y vestido de Hortensia.) Tú eres como una joya de gran precio,
y necesitas un estuche adecuado. Una mujer tan bella como tú necesita una
mansión preciosa, con cortinajes de terciopelo, alfombras persas, muebles de
maderas exóticas... tu cuello requiere collares de diamantes, tu cuerpo
necesita vestidos y pieles...
HORTENSIA. (Satisfecha.) No cabe duda de
que usted sí comprende a las mujeres.
CABALLERO DE LA NOCHE. Tengo esa fama,
hermosa Hortensia.
CHANTAL. Es el hombre más interesante que
he conocido, y ahí fuera hay muchos más de su estilo.
HORTENSIA. ¡Si todos los hombres fueran
como usted! Todo un caballero...
CABALLERO DE LA NOCHE. ¿No te avergüenzas
de vivir en esta cabaña? Desde luego, se nota que es de un carpintero (señala
las herramientas). ¡Bah, es absurdo que tú, una chica tan guapa, que podrías
tener el mundo a tus pies, vivas esclavizada! ¡No, muchacha! ¡Despierta! Ya es
hora de que dejes de ser tonta.
HORTENSIA. Me habla igual que Chantal...
CHANTAL. ¡Claro! Porque tengo razón. Yo sé
lo que te conviene. Escúchale, Hortensia, él te ayudará a ser libre, a
disfrutar de la vida.
CABALLERO DE LA NOCHE. Yo sé que tú tienes
facultades artísticas. Yo puedo introducirte en el medio teatral. Puedes llegar
a ser una renombrada cantante. Tendrás contratos en los mejores teatros del
mundo. Te harás famosa, cosecharás aplausos y tendrás dinero, lujo y placeres.
HORTENSIA. ¡Eso es precisamente lo que
quiero, señor! Me alegro de que usted me comprenda.
CABALLERO DE LA NOCHE. Soy un negociante,
y podría concederte esto y mucho más siempre que hiciéramos un convenio.
(Pista Pluvius Aestivus.)
CARPINTERO BLANCO. (Entrando por el lado
derecho, viste ropas de carpintero y va cubierto con un manto blanco; se apoya en
una especie de báculo de madera.) ¡Paz sea contigo, Hortensia!
HORTENSIA. (Asombrada.) ¿Quién es usted?
¿A qué ha venido?
CABALLERO DE LA NOCHE. ¡Pero qué pregunta
tan necia! ¿No ves que es un carpintero? ¿No distingues su vestido tosco?
HORTENSIA. Sí, es un carpintero como papá.
Pero, ¿a qué ha venido?
CARPINTERO BLANCO. He venido a protegerte.
CABALLERO DE LA NOCHE. (Sarcásticamente.)
¡Ja, Ja, Ja! ¿A defenderla, has dicho? ¿Tú? ¿Un carpintero? ¡Ja, ja, ja!
HORTENSIA. (Seria.) Se ha equivocado,
señor. Nadie me quiere hacer daño.
CHANTAL. Dile que se vaya, Hortensia, no
sé qué pinta aquí.
HORTENSIA. Si ha venido a protegerme,
puede irse tranquilo, porque nadie me puede dañar. Yo me basto a mí misma.
CABALLERO DE LA NOCHE. Dejemos a este
intruso, hermosa Hortensia y terminemos de hablar. Como te decía, pongo a tus
pies un mundo de riquezas, contratos para cantar en los mejores centros del
mundo, muchos viajes, pieles, vestidos, cientos de admiradores, amor y romance,
placeres, aplausos... (Se inclina elegante.)
HORTENSIA. Me interesa su oferta. Si no me
aprovecho ahora que soy joven, como dice Chantal, ¿qué será de mi cuando esté
vieja?
CABALLERO DE LA NOCHE. Como te decía, yo
soy negociante y todo lo que he dicho será tuyo si firmas este documento. Tú
debes comprender que un hombre de negocios debe garantizar sus intereses. Es
legitimo, ¿verdad?
HORTENSIA. ¿Es todo lo que tengo que
hacer? ¿No hay nada más?
CABALLERO DE LA NOCHE. (Con una
genuflexión elegante.) Es todo, hermosa Hortensia. Es la cosa más fácil.
CARPINTERO BLANCO. Hija mía, si los
pecadores te quisieran engañar, no lo consientas.
CABALLERO DE LA NOCHE. Ah, sí, además de
carpintero ignorante eres santurrón. No le hagas caso, Hortensia.
CARPINTERO BLANCO. Sobre toda cosa
guardada guarda tu corazón.
CABALLERO DE LA NOCHE. ¡Si el carpintero
tiene alguna oferta mejor que la mía que la haga!
CARPINTERO BLANCO. Hortensia, yo solo te
ofrezco la paz, la justicia y la vida eterna.
CABALLERO DE LA NOCHE. Palabras, palabras
y más palabras. (A Hortensia.) Lo que yo te ofrezco es real: oro, diamantes
pieles, viajes, aplausos.
CARPINTERO BLANCO. La vida del hombre no
consiste en la abundancia de los bienes que posee.
CABALLERO DE LA NOCHE. Esas palabras ya
las conozco. Las dijo también otro carpintero. Pero no tengo tiempo que perder.
(A Hortensia.) ¿Has tomado alguna decisión?
HORTENSIA. No puedo, tengo que pensar.
(Se baja la música. Silencio.)
CARPINTERO BLANCO. Sí, debes meditar
cuidadosamente.
CHANTAL. Pero, ¿qué vas a pensar? ¡Si es
la oportunidad de tu vida! ¡No debes dejarla escapar!
(Pista Golbeza, Clad in the Dark.)
CABALLERO DE LA NOCHE. Si haces caso a
este carpintero, seguro que te arrepentirás cuando tengas la edad de tu
madre... y será muy tarde para disfrutar de lo que te ofrezco.
HORTENSIA. (Convencida.) Sí, tenéis razón.
No quiero estar como mi madre.
CABALLERO DE LA NOCHE. Entonces, ¿estás
dispuesta?
CARPINTERO BLANCO. (Con tono suplicante.)
Hortensia, por favor, no hagas ningún trato.
CABALLERO DE LA NOCHE. No te entrometas,
carpintero. Ella es libre para hacer lo que le convenga.
HORTENSIA. Sí, es verdad. Yo tengo que
decidir por mí misma. Ya me he cansado de ser dirigida por otros. Así que me
gusta la idea de ser rica y famosa. ¿Dónde está el documento que tengo que
firmar? Démelo, Caballero de la Noche (ríe histéricamente) Pero… qué nombre tan
raro... ¿Por qué le llaman así?
CABALLERO DE LA NOCHE. (Sonriendo.) Es
sencillo, Hortensia, porque me encantan los tonos oscuros. Son más románticos y
elegantes...
HORTENSIA. Es verdad, la noche es tan
romántica... (Suspira.)
CABALLERO DE LA NOCHE. ¿Vas a firmar el
documento?
CARPINTERO BLANCO. ¿Vas a hacerlo sin el
permiso de tus padres, Hortensia?
CHANTAL. ¡Ja, ja, ja! Ya eres mayorcita
para tomar tus propias decisiones, ¿no crees?
HORTENSIA. Sí. Yo quiero actuar
libremente. Mis padres no son los dueños de mi vida.
CARPINTERO BLANCO. Pero tus padres tienen
más experiencia. Ellos podrán orientarte y conducirte a lo que es mejor para
ti.
HORTENSIA. Yo también puedo. Quiero ser
libre, como Chantal.
CABALLERO DE LA NOCHE. ¡Magnífico,
Hortensia! Tú serás grande, me gusta tu espíritu independiente.
CARPINTERO BLANCO. ¡Ten cuidado,
Hortensia! Recuerda que debes honrar a tus padres.
CABALLERO DE LA NOCHE. Esas son ideas
retrógradas. Hortensia, ahora en nuestro siglo las mujeres son dueñas de sus
actos.
CARPINTERO BLANCO. Hortensia, no vayas a
fracasar...
HORTENSIA. (En actitud retadora.) Si
fracaso o no a nadie le importa. Yo soy dueña de mi vida, ¿entiendes?
CABALLERO DE LA NOCHE. (Aplaude.) Excelente
respuesta, Hortensia. Triunfarás en la vida, tendrás dinero. ¿Qué te detiene?
Firma de una vez.
CARPINTERO BLANCO. Al menos deberías saber
lo que está escrito en el documento.
CABALLERO DE LA NOCHE. (Disgustado.) ¿Para
qué perder el tiempo en formulismos? Yo soy hombre de palabra. ¿Dudas a caso de
mi caballerosidad?
HORTENSIA. (Pensativa.) No dudo... pero
creo que será mejor saber lo que dice el documento. ¿Puede leerlo?
CABALLERO DE LA NOCHE. (Con voz trémula.)
Los contratantes, el Príncipe... bueno, no necesito decir todos mis títulos...
y la señorita Hortensia… ¿para qué leer tu apellido si ya lo sabes? Han
formulado el presente convenio por el cual el primero, Caballero de la Noche,
se compromete a dar a la señorita Hortensia riquezas ilimitadas, lujos, fama,
viajes, contratos artísticos, admiradores, aplausos, servidores, carruajes y
placeres. A cambio de tales cosas, la señorita Hortensia, le entregará al
Príncipe de las tinieblas... su alma, una vez que el primero hubiere cumplido
la parte del convenio que le corresponda.
HORTENSIA. Me suena muy raro todo.
CABALLERO DE LA NOCHE. ¿Tienes alguna
duda?
HORTENSIA. Sí. No sé para qué quiere mi
alma...
CABALLERO DE LA NOCHE. Son simples
excentridades. Dime, ¿a ti de qué te sirve el alma en la pobreza, sin dinero,
viviendo como una criada?
HORTENSIA. Sí, mi madre tiene su alma,
pero trabaja mucho: lava, cocina, no tiene ninguna diversión.
CABALLERO DE LA NOCHE. ¿Verdad que es
tontería, Hortensia? El alma es un lujo inútil de la gente ignorante. En cambio
tú tendrás todo lo que necesitas.
HORTENSIA. Estoy dispuesta. Firmaré ahora
mismo.
CARPINTERO BLANCO. (Enérgicamente.) No
firmes, Hortensia, no olvides que tu alma vale más que todos los tesoros del
mundo. ¿De qué sirve el hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma?
CABALLERO DE LA NOCHE. Ya me estoy
cansando. ¿Por qué le haces caso a este carpintero entrometido?
HORTENSIA. No me gusta que nadie se mezcle
en mis negocios. Voy a firmar.
CABALLERO DE LA NOCHE. Solo hay una
pequeña formalidad... Necesitamos hacerte una pequeña incisión en el brazo...
No te dolerá nada (extrae una especie de navaja del bolsillo y se acerca a
ella; tras simular que le hace una incisión, moja una pluma de ganso en su
sangre) no duele. Así. (Le entrega la pluma, le pone el documento sobre la
mesa.) Ahora puedes firmar.
CARPINTERO BLANCO. Antes de firmar
Hortensia, quiero aconsejarte que incluyas en el contrato una cláusula que diga
que el convenio quedará sin valor si se borraren los caracteres con que está
escrito.
HORTENSIA. No me explico por qué... pero
me parece gracioso. Quiero que aparezca. Solamente voy a seguir un consejo de
este carpintero... a pesar de todo tengo que recordar que mi padre es
carpintero.
CABALLERO DE LA NOCHE. (Pensativo.) Bah...
me parece una tontería. (Ríe sarcásticamente.) Que yo recuerde, cuando yo
escribo con materia ígnea ninguna cosa puede borrarla. Está bien, lo escribiré.
(Saca una especie de punzón que simula estar al rojo vivo y escribe en el
pergamino.) Ya está escrito, Hortensia, puedes firmar ahora.
HORTENSIA. Firmaré. (Se acerca y pone su
firma sobre el documento.)
(Se oyen truenos y risas. Hortensia se
deja caer y se apoya en la banqueta. Apagar luces. Música: Ahead on our Way.
Cambio de escenario.)
TERCER ACTO
ESCENARIO
Un aposento lujoso en un apartamento de
una ciudad. En el centro hay un ventanal desde el cual se ven edificios altos;
lujosas cortinas de terciopelo, telas finísimas adornan la estancia. Se ven
lamparillas en profusión, estatuillas, flores y muebles confortables.
(Luces encendidas. Comentarios de la
radio. Música clásic. Aplausos. Interferencias de Radio.)
RADIO. (Lee cada frase como un titular.)
Acaba de nacer una estrella. / Su nombre es Hortensia. / En su corta
trayectoria sobre los escenarios ha conseguido que el público llene los teatros
donde ella actúa. / La gente quiere a Hortensia. / Los estudios nos indican que
Hortensia es la décima mujer más rica y popular del país.
(Bajan aplausos. Se escucha una máquina de
escribir manual.)
RADIO. (Se leen las frases como titulares
separados.) El espectáculo de Hortensia se ha convertido en monótono y
repetitivo. / Después de 4 años Hortensia ya no tiene el mismo atractivo para
el público, que ha optado por elegir espectáculos más modernos y progresistas.
/ Hortensia acude a los juzgados, ¿qué está pasando? / Corre el rumor de que
Hortensia está enferma. / La cantante Hortensia se encuentra en una crisis.
(Cada vez se escuchan más de lejos.)
LIMPIADORA. (Limpiando con desgana.) Pero,
¿quién se habrá creído ésta que es? Sólo porque dicen que canta como los
ángeles, que lo dudo, ya se cree una estrella. ¿Cómo se atreve a decirme que si
ha visto motitas de polvo, que si a ver si me esmero más? ¡Ja! Ya quisiera yo
verla fregando los suelos. Esa no sabe lo que es trabajar. ¡Ahí viene! ¡Ahí
viene! (Se pone a limpiar con más bríos. Entra Hortensia y se sienta en un
sillón confortable frente a un lujoso tocador, con espejo.) ¡Buenos días,
señora! ¿Qué tal está hoy?
HORTENSIA. Muy cansada.
LIMPIADORA. ¡Vaya! Es que trabaja usted
demasiado, ha de tomarse la vida con más calma. Al fin y al cabo, tiene de
todo. Ya no le hace falta nada más. Ahora, a cantar y a disfrutar, que a eso no
hay quien le gane. Bueno, si no dispone nada más la señora, me retiro.
HORTENSIA. Di a Luisa y a Carmen que
entren, por favor.
LIMPIADORA. Sí, cómo no, enseguida las
llamo. (Al salir mira con desprecio. Entran Luisa y Carmen y mientras una le
adorna el pelo la otra le arregla las uñas.)
HORTENSIA. ¿Ya está listo el coche?
PEINADORA. Sí, señora. Antes de venir ya
avisé al lacayo.
HORTENSIA. No se por qué me siento tan
cansada. Las fiestas me aburren, la gente toda me fastidia. Ya no soporto su
hipocresía. Por fuera me sonríen pero en su interior me odian y me envidian.
Estos últimos días he echado de menos la casa de mis padres, eso sí que es
extraño.
MANICURISTA. A pesar de todo, usted debe
sentirse afortunada. Tiene todo el dinero que quiere. En su armario hay cientos
de trajes. Nunca usa un par de zapatos más de una vez. Viaja por todo el mundo,
todos los días va a fiestas y recepciones, le ofrecen banquetes diariamente.
Los periódicos hablan de usted y la gente le aplaude donde quiera que usted
vaya.
HORTENSIA. (Cansada.) Sin embargo, no me
siento feliz. Tengo dinero, pero ya no me satisface. Siento que ahora puedo
tenerlo todo, pero ya no deseo nada. Los trajes ya no me gustan, los viajes me
cansan, la fama me aburre. Si pudiera irme lejos a un lugar en el que estuviera
yo sola, sin que nadie me molestara...
PEINADORA. ¡Y nosotras que pensábamos que
usted tiene todo lo que desea!
HORTENSIA. Pero me falta lo más esencial:
la paz y la tranquilidad.
MANICURISTA. Nosotras quisiéramos tener un
poco de lo que usted tiene.
HORTENSIA. Todo esto no significa nada
para mí, porque he descubierto que me falta algo mejor. Necesito encontrar el
verdadero amor. Toda la gente me busca ahora por mi dinero y nadie me quiere
sinceramente. Solo se acercan a mí por interés. Algunos quieren dinero, otros
mi protección, mi ayuda, mi influencia... pero nadie lo hace desinteresadamente.
Los únicos que me quieren así son mis padres... y están tan lejos...
PEINADORA. De todos modos, señora, hay que
disfrutar de la vida porque el tiempo corre. ¡Se acaba la juventud!
(Silencio.)
MANICURISTA. Hay que acabar pronto porque
faltan solo dos horas para la recepción de Navidad. El cocinero se ha esmerado.
Ha preparado una cena exquisita.
PEINADORA. Y ya están llegando los
músicos. Quieren prepararlo todo para el baile. Esta será una fiesta de Navidad
inolvidable.
MANICURISTA. Vendrá el gobernador, los
embajadores, los artistas del cine... y usted con su belleza deslumbrante será
el centro de todas las miradas.
HORTENSIA. (Lánguidamente.) Ya estoy
aburrida de tanta fiesta, principalmente en estas reuniones de Navidad que sólo
hay ruido, borrachera y superficialidad.
(Llaman a la puerta.)
MANICURISTA. Parece que tocan a la puerta.
(Sale a la puerta, regresa y dice.) La contable insiste en verla.
HORTENSIA. Dile que la veré otro día, que
estoy muy ocupada.
MANICURISTA. (Sale y regresa acompañada de
la contable.)
ADMINISTRADORA. Lamento tener que llevarle
la contraria, señora, pero debo hablar con usted inmediatamente.
HORTENSIA. No me gusta que me contradigan,
pero hable usted.
ADMINISTRADORA. (Mira a las criadas.) ¿No
podríamos hablar a solas?
HORTENSIA. Hable delante de ellas, son de
confianza. De hecho diría que son mis mejores amigas.
ADMINISTRADORA. Está bien, señora. (Extrae
una carpeta con papeles.) En primer lugar, debo decirle, señora, que el capital
que tenía usted invertido en acciones de la compañía industrial se ha perdido
totalmente.
HORTENSIA. ¿Qué dice, Claudia?
ADMINISTRADORA. Lo que ha oído, señora.
Los malos manejos, la competencia, en fin, otros factores hicieron quebrar a la
compañía.
HORTENSIA. Bueno, no importa mucho, nos
queda el depósito en efectivo del Banco.
ADMINISTRADORA. El Banco ha quebrado
señora. El gobierno ha intervenido y los depositantes tendrán que esperar,
aunque no hay mucha esperanza.
HORTENSIA. Mientras tenga voz y contratos
no me preocupan mucho los desastres financieros.
ADMINISTRADORA. A este punto quiero
llegar, señora, la empresa del teatro la ha demandado por incumplimiento de
contrato y ha exigido una indemnización por daños y perjuicios. Por lo tanto,
han embargado su casa...
HORTENSIA. (Atemorizada.) ¿Y qué más?
ADMINISTRADORA. El escándalo ha sido
enorme y los contratos que usted tenía pendientes han sido rescindidos.
HORTENSIA. Pero, ¿por qué?
ADMINISTRADORA. No quisiera entrar en
detalles, señora.
HORTENSIA. Exijo que me diga la verdad.
ADMINISTRADORA. Los críticos teatrales han
escrito últimamente crónicas en las que dicen que usted ya pasó a la historia.
HORTENSIA. ¿Qué dice?
ADMINISTRADORA. Que como cantante... es un
fracaso. No tiene voz por causa de su enfermedad. Además, la edad...
HORTENSIA. ¡Enfermedad dice?
ADMINISTRADORA. ¿Recuerda el examen médico
que se hizo hace tres meses? El médico encargado dijo confidencialmente a un
periodista que usted tiene cáncer de garganta y que aunque no muera pronto, no
podrá cantar más.
HORTENSIA. ¿Eso dice? Yo no lo sabía...
pero mi edad...
ADMINISTRADORA. Desgraciadamente los
cosméticos ya no pueden ocultar sus arrugas, que el público percibe claramente
cuando usted aparece en el escenario.
HORTENSIA. (Sollozando.) ¿Significa que
estoy acabada?
ADMINISTRADORA. No diría tanto, señora,
sin embargo...
HORTENSIA. (Desesperada.) Ya no quiero
escucharla Claudia, váyase.
ADMINISTRADORA. Con su amable permiso,
señora. (Sale.)
HORTENSIA. (A las criadas.) Por favor,
arreglen mi equipaje. Hoy mismo saldré a visitar a mis padres.
PEINADORA. Lo siento mucho señora pero
hace cinco minutos que he dejado de trabajar para usted.
HORTENSIA. ¿Cómo dices?
PEINADORA. Que ya no trabajo para usted,
iré a ver a la administradora para que me entregue mi salario.
MANICURISTA. Yo también señora, con
permiso. (Salen.)
HORTENSIA. (Sollozando.) Y yo que las
consideraba como amigas…
(Entran don Rodolfo y doña Lucía muy
afectados.)
LUCÍA. ¡Ay, querida! Nos acabamos de
enterar ¡qué contrariedad! ¿Cómo te encuentras?
HORTENSIA. ¡Lucía! ¡Rodolfo! Gracias por
venir en este momento tan amargo. Siento que todo se derrumba a mi alrededor...
RODOLFO. En cuanto lo he sabido le he
dicho a mi esposa: “luchi: los amigos en las buenas y en las malas”. Valor,
estimada amiga. Pero, ¿es cierto que lo has perdido todo?
HORTENSIA. Absolutamente todo. Pero eso no
es lo peor...
RODOLFO. Pero, no puede ser... Entonces,
ese negocio en el que habíamos invertido... Tú nos dijiste que era seguro,
acuérdate, me dijiste: “Rodolfo, tu pones el capital y yo la voz; los discos se
venderán como rosquillas”. ¿Y ahora me vienes con que se ha perdido todo?
LUCÍA. (A Rodolfo.) ¿Lo ves? ¡Te lo dije!
HORTENSIA. Necesito que me ayudéis. No sé
si voy a poder resistir esta desgracia, me siento derrotada. Por favor, no me
dejéis sola.
LUCÍA. ¿Qué te ayudemos? ¿Y a nosotros
quién nos ayuda? No nos cuentes tus problemas, que en buen lío nos has metido.
Pero esto no se va a quedar así.
RODOLFO. Ya se pondrán en contacto mis
abogados con los tuyos. Esto me pasa por confiar en divas. (Se van mientras
discuten.)
LUCÍA. Si es que nunca quieres hacerme
caso, iluso. ¿Qué te decía yo? ¡No te fíes de los pueblerinos venidos a más,
que tarde o temprano volverán al arroyo y allí nos arrastrarán!
RODOLFO. ¡Calla mujer! ¡Que bastante
disgusto tengo como para que tú me vengas ahora con eso de que ya me lo
advertiste!
LUCÍA. ¡Ay! Pero qué inútil, si ya me lo
decía mi madre: ¡No te cases con ese Rodolfo que no sabe donde tiene la cabeza
y mucho menos los pies! (Salen.)
HORTENSIA. ¡Esto no me puede estar pasando
a mí! (Coge el teléfono y marca un número.) Quiero hablar con el general
Manzano. De parte de Hortensia... ¿Qué? ¿No quiere hablar conmigo? (Cuelga el
teléfono.) ¡Será posible que se niegue! ¿Yo que he hecho tanto por él? (Descuelga
el teléfono otra vez y marca otro número.) ¿Eres tú, Ramiro? Necesito tu
ayuda... ¿Qué dices? ¿Cómo que no quieres volver a verme? Pero, ¿no recuerdas
que yo te ayudé aquella vez que...? ¿Cómo? ¿Qué no te vuelva a molestar?
(Cuelga el teléfono desesperada.) Mis mejores amigos... ¡Todos me dejan!
(Hortensia canta en el suelo. Pista Yo se
que me conoce.)
YO SÉ QUE ME CONOCES
Yo sé que me conoces
Y sé quién eres tú
Mas ahora con tristeza
Recuerdo aquella cruz
Recuerdo hoy tus manos
Queriéndome ayudar
Más siendo yo tan necia
No quise aceptar
No sé por qué mis ojos
Negaron ver aquella luz
Que el cielo regaló
Entonces no sabía de mi error
Creí que con mis fuerzas
Muy lejos podría llegar
Y alcanzar el cielo
Hacer mi voluntad
De pronto un gran resplandor
Surgió de la oscuridad
Haciéndome pensar
Que sola no podía caminar
Y ahora me encuentro aquí
Tratando de recuperar
Lo que un día empecé
Y no supe terminar
Te pido Dios dame valor
Para ponerme en pie
Sé que no será fácil
Más sencilla confiaré
Con fe y una sonrisa
A Ti me aferraré
Por siempre y para siempre
Amén
(Suena el teléfono.)
¿Quién habla? El Caballero de la Noche...
dice que ya es hora de reclamar su contrato... ¡Cuándo? ¿Hoy a las 12 de la
noche? Dios mío, Dios mío...
(Sale corriendo por el pasillo.)
(Se apagan las luces. Un foco apunta a la
cantante en una esquina. Pista “Cristo me sostendrá”. Cambio de escenario.)
CRISTO TE SOSTENDRÁ
Sólo buscas la solución en algún lugar
Siente triste camina sin rumbo al atardecer
Cuando sientas que todo terminará
La esperanza llegará
Cristo te sostendrá
Él nunca cambiará
Sólo no estarás
Cristo te sostendrá
Es una realidad
Siempre Él te amará
Cuando sientas que no hay salvación
Él escucha tu clamor
Cristo te sostendrá
Sientes lucha con la tentación en tu corazón
Solo en debilidad caminas sin rumbo hacia algún lugar
Cuando sientas que todo terminará
La esperanza llegará
Cristo te sostendrá
Él nunca cambiará
Solo no estarás
Cristo te sostendrá
Es una realidad
Siempre Él te amará
Cuando piensas que no hay salvación
Él escucha tu clamor
Cristo te sostendrá
Cristo te sostendrá
Él nunca cambiará
Solo no estarás
Cristo te sostendrá
Es una realidad
Siempre Él te amará
Cuando piensas que no hay salvación
Él escucha tu clamor
Cristo te sostendrá
(Se apagan las luces. Cambio de
escenario.)
CUARTO ACTO
ESCENARIO
El del primero y segundo acto. Se supone
que es Navidad, porque se halla el mismo arbolillo adornado. Sentados junto al
fuego están Basilio y su esposa; el uno lee un libro, mientras la otra teje una
prenda de vestir. Entra violentamente por la izquierda Hortensia, con el
vestido lujoso pero ajado, los cabellos en desorden, jadeante como si hubiera
corriendo desesperadamente. Al llegar cae de rodillas sobre el regazo de la
madre.
(Se encienden las luces.)
HORTENSIA. ¡Mamá... mamá... defiéndeme!
CONSUELO. (Acariciando la cabeza de la
hija.) No temas hija, aquí estamos nosotros.
BASILIO. (Acercándose a la hija pone sus
manos sobre ella.) Descansa hija mía, vienes muy agitada.
HORTENSIA. (Volviéndose a su padre, de
rodillas, estrecha su frente sobre las rodillas del carpintero Basilio.) Papá,
he pecado contra el cielo y contra ti… no soy digna de ser llamada tu hija.
BASILIO. (Se agacha para estar a la altura
de la hija.) Te perdono, hija. Esta es tu casa, nosotros nunca hemos dejado de
quererte.
(Aparece por la derecha el Carpintero
Blanco.)
CARPINTERO BLANCO. ¡Paz sea en esta casa!
BASILIO. ¿Quién eres?
CARPINTERO BLANCO. Soy un carpintero, como
tú.
BASILIO. Ya lo veo. Tu presencia en estos
momentos derrama consuelo.
HORTENSIA. Perdón, Dios mío, por mi
pecado. Perdóname, estaba equivocada... (Solloza amargamente.)
CARPINTERO BLANCO. El que confiesa sus
pecados alcanzará misericordia.
HORTENSIA. Mi pecado es terrible, no tiene
perdón. Dios mío, ojalá pudieras perdonarme (sigue sollozando).
CARPINTERO BLANCO. La sangre de Jesús nos
limpia de todo pecado.
BASILIO. (Llorando.) Tus palabras son un
bálsamo, háblanos más.
HORTENSIA. Ten piedad de mí, ¡perdóname,
Señor!
CARPINTERO BLANCO. Si alguno hubiere
pecado, abogado tenemos en Jesucristo.
HORTENSIA. Si yo pudiera tener la
seguridad…
CARPINTERO BLANCO. Hija, cree solamente.
(Sonido Reloj de pared: las doce.)
HORTENSIA. Defendedme… ya se aproxima la
hora.
BASILIO. (Atemorizado.) ¿De qué hablas,
hija mía? (La levanta y la abraza.)
HORTENSIA. A las doce vendrá el Caballero
de la Noche; al que vendí mi alma.
(Irrumpe en el escenario por el lado
izquierdo el Caballero de la Noche, que lleva en la mano la carpeta dorada.
Entra violentamente y se coloca junto a la mesa.)
CABALLERO DE LA NOCHE. (Con voz cavernosa,
a Hortensia.) Vengo a llevarte, ya he cumplido mi parte del convenio. Ahora te
corresponde a ti.
HORTENSIA. (Sollozando se aprieta contra
el padre.) ¡Defiéndeme, papa, no quiero ir con él! ¡Quiero quedarme con vosotros!
CABALLERO DE LA NOCHE. Durante cinco años
disfrutaste de riquezas, de fama, placeres... ahora tienes que conocer el revés
de la medalla. Vamos.
BASILIO. (Agitado.) Sea quien seas, no
tienes derecho a llevarte a mi hija.
CABALLERO DE LA NOCHE. (Muestra el
documento.) ¿Reconoces la firma? Es la de tu hija, ¿verdad?
CONSUELO. (Gime desesperada y se acerca a
su hija como para cubrirla.) ¡Mi hija no saldrá de esta casa! ¡Nosotros la
defenderemos con nuestra vida!
CABALLERO DE LA NOCHE. (Sarcásticamente.)
No me hagas reír... el documento está en regla, y tiene que cumplirse. A mí me
gustan todas las cosas legales. La única forma de pasar sobre este contrato es
borrando las cláusulas pero, ¿cómo podréis borrarlas si está escrito con fuego?
Aquí está. (Lo coloca sobre la mesa.)
(Música “I do believe in fairies”, bajar
en el segundo 52.)
CARPINTERO BLANCO. (Se acerca a la mesa y
coloca su mano derecha sobre el documento, al ver esto el caballero de la noche
se retira intempestivamente y se cubre el rostro con su capa negra.) Nadie
podrá llevarte, Hortensia, el contrato infame ha sido borrado.
CABALLERO DE LA NOCHE. ¡Ya me acuerdo del
carpintero! He visto su mano traspasada... ¡Con su sangre ha borrado los
caracteres de fuego!
HORTENSIA. (Cae al suelo.) Perdón, Señor,
yo no te había reconocido. Te he ofendido y tú en cambio, me libras de mi
castigo.
CABALLERO DE LA NOCHE. (Caminando de
espaldas con su rostro cubierto por la capa negra, sale por el pasillo.) ¡Has
vencido otra vez, carpintero!
(Un foco le sigue por el pasillo. Se
apagan las luces. Música.)
EPÍLOGO
(Pista de grillos.)
ESCENARIO
El del primer acto; se supone que es la
madrugada del día siguiente de la celebración de la Navidad en el hogar de
Basilio el carpintero. Hortensia continúa durmiendo con la cabeza apoyada sobre
la mesa, viste las mismas ropas humildes, y está cubierta con la manta que le
puso su madre. Las brasas de la chimenea se han apagado. Entran Basilio y
Consuelo con un candelero y una vela y se acercan a Hortensia y la mueven suavemente.
(Se encienden las luces.)
CONSUELO. Despierta, hija mía. Ya está
haciendo frío. Debes ir a tu cama.
BASILIO. Hemos oído que gritabas ¿estás
bien?
HORTENSIA. (Se levanta y se arroja a los
brazos de su madre.) ¡Gracias mamá! ¡He tenido una pesadilla horrible! Menos
mal que me has despertado... (Llora desconsoladamente.) Papá, perdóname todo lo
que te dije anoche. Estaba enfadad, no sabía lo que decía. Me equivoqué. Esta
ha sido una Navidad preciosa, y así quiero que sean muchas, papá.
BASILIO. Sí, hija, ha sido una bonita
Navidad. Aunque soy un pobre carpintero he querido darte lo mejor.
HORTENSIA. Lo mejor de todo, papá, es que
me has enseñado a obedecer a Cristo, y Él también era carpintero, como tú.
CONSUELO. ¡Ya sabía yo que estabas
enferma! ¡Lo que dijiste no podía salir de tu corazón!
HORTENSIA. Sí, he entendido que estaba en
un error. Perdonadme, por favor, esta cabaña es mejor que todos los palacios
del mundo. Estos vestidos son más hermosos que las sedas, que el oro y que la
pedrería.
CONSUELO. Vamos a descansar, hija mía.
BASILIO. Ya es muy tarde, Hortensia.
Necesitas dormir.
HORTENSIA. Sí... descansaré feliz como
nunca.
(Pista “El Señor es mi pastor”.)
VOZ EN OFF. Con el paso del tiempo he
comprendido cuánta razón tenía mi abuelo. He visto a otras personas y me he
visto a mí misma formando parte de esa historia. Ahora veo con claridad que el
final no era triste, sino que simplemente todavía no había llegado el final. El
inicio gozoso y espectacular de aquella trama que tuvo como origen el
nacimiento de un niño muy especial, no podía terminar simplemente en mis
emociones infantiles al llegar al punto de su muerte. No era posible que el mal
hubiera vencido a quien representaba todo lo puro y todo lo justo, a quien
luchaba porque el destino del hombre fuera un destino de victoria. Y así es. Tú
y yo estamos en esa historia. Nosotros estamos escribiendo el final. Y lo
curioso es, que sea cual sea el que nosotros decidamos, aquel niño especial
seguirá peleando por nosotros hasta llegar a la victoria. Realmente, por mucho
que se versione y repita seguirá siendo la mejor historia jamás contada.
(Se apagan las luces. Se encienden las
generales.)
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